Un día en 2007 un conocido que anda metido en negocios muy
complejos y, en sus propias palabras, "a muy alto nivel" me comentó
que la equivalente a Telefónica en Holanda, KPN, pensaba introducirse en el
mercado de la telefonía móvil en España. Pero no iba a hacerlo como las demás
que ya estaban, Movistar, Vodafone y Orange, sino de una forma revolucionaria
que iba a dar un vuelco al sector e iba a acabar con los monopolios y etc etc.
La verborrea del personaje era suficientemente elocuente y,
por un momento, me creí que el mundo de las telecomunicaciones iba a sufrir un
seísmo de fuerte intensidad. Yo llevaba varios meses siguiendo las idas y
venidas de una nueva compañía que quería hacerse un hueco en el sector y cada
día se encontraba con una nueva dificultad (creo que se llamaba Xfera, ya no
recuerdo bien…), y me pareció muy interesante que se descubriese una nueva
manera de colarse en la fiesta.
Aquella compañía a la que le hacían la zancadilla
constantemente acabó siendo Yoigo, que tampoco empezó con muy buen pie. Y la
compañía con la que a este conocido se le llenaba la boca acabó siendo Simyo.
Simyo empezó fuerte en su nicho, pues fue la primera en
promocionarse sólo por internet (y algún que otro anuncio en TV al inicio, como
era de esperar), sin tiendas físicas, con tarifas revolucionarias...estaba
claro que se dirigía a gente joven que quiere estar a la última. Personas y frikis
que flipaban con la posibilidad de "pasar" de las grandes y hacerse
los interesantes con su nueva compañía de móvil. Yo conocí a varios que fueron
de los primeros en entrar en aquel club que a mí me sonaba tan raro.
Estuve varios años confiando ciegamente en Movistar, y tragando
bilis cada vez que alguien me hablaba de sus súper tarifas en la competencia,
hasta que Movistar me timó descaradamente y, después de airearlo a los cuatro vientos y poner la denuncia correspondiente, me embarqué en la búsqueda de una
nueva compañía.
Después del chasco con Movistar le tenía cierta tirria a las
grandes, así que la búsqueda se centró en compañías más modestas. Me habían
hablado muy mal de Yoigo, Pepephone me daba muy mal rollo después del timo de
los vuelos gratis y pocas más conocía, así que tras unos ligeros roces con R,
acabé en Simyo.
Fue al contratar con ellos que descubrí que era la famosa filial
de KPN de la que me habían hablado. Y no porque lo Publiciten de alguna manera,
sino porque en el contrato aparece KPN como parte contratante. Esto me dio una pequeña
señal de alarma; cuando una empresa líder en otro país crea una filial aquí e
intenta que su nombre no aparezca más que lo mínimo imprescindible, ¿qué debe
uno pensar como cliente? No suena muy bien, ¿verdad? ¿Acaso se avergonzaban de
algo?
Un mes después estaba en Vodafone. Vendedores que no es que
sean extranjeros, es que hablan el dialecto de algún pueblo lejano, cobertura
que parecía huir de ti, mensajes que nunca llegaban, señales de cobertura
fantasma (en tu móvil te aparecen 4 rayitas pero si te llaman das fuera de
cobertura)... Todo un popurrí de despropósitos que, efectivamente, deberían avergonzar
a cualquier compañía seria y que se considere "líder" aunque sea en
su aldea.
Sin embargo, todo eso lo podía haber hecho cualquier otra compañía
sin despeinarse. La verdadera razón por la que abandoné Simyo fue su desorganización
y descontrol, que en mi caso demostraron de la siguiente forma.
Nosotros teníamos varias líneas en Movistar a través del
negocio familiar, por lo que estaban a nombre de una misma persona. Pero como
no nos salía a cuenta, el negocio flaqueaba y las usábamos distantes personas, queríamos
cambiarlas a distintas titularidades. En Movistar nos cobraban 30 euros por
cada cambio (atención al dato: 30 euros por cambiar un nombre en una base de
datos), así que una de las razones por las que cambiábamos (una de muchísimas)
era hacer ese cambio sin regalar dinero.
El comercial de Simyo (de nombre Edwin y que debía hablar
boricua clásico) me aseguró que una vez que me hubiese dado de alta y tuviese
mi SIM activada sólo tenía que llamar a Atención al Cliente y me hacían el
cambio sin problemas.
Se puede entender la sorpresa cuando al llamar a Atención al
Cliente me dicen que Simyo no puede hacer cambios de titularidad, porque al ser
todo por internet o teléfono no se puede verificar la identidad y la protección
de datos y bla bla. Menuda sorpresa; ¡Edwin me había engañado! Jamás lo habría
podido esperar con ese nombre y su forma tan dulce de hablar.
Sin embargo, lo más sorprendente de todo es que vuelvo a
llamar al departamento comercial (los que te venden la moto) y me vuelven a
decir que claro que se puede cambiar la titularidad, que sólo hace falta llamar
a Atención al Cliente. Pero, efectivamente, vuelvo a llamar y me vuelven a
decir que Simyo no ofrece ese servicio. Y esto es lo que me parece más grave:
que no parezca haber ningún tipo de comunicación y organización entre
departamentos. Si esto es así con algo como esto, ¿qué pasaría con algo más
grave? Esto a mí, llámame raro, pero no me parece propio de una empresa grande
o "líder". Si a eso le unes la mala calidad de la cobertura y los
demás problemas, la conclusión es que Simyo no es económico, sino
"barato", en toda la mala acepción de este término.