jueves, 29 de diciembre de 2011

Caixanova, Novacaixagalicia, Novagalicia… O como se llame

No os bajeis, que enseguida lo cambiamos

“Menudo desastre”. Estoy seguro de que no soy el único cliente de esta… “entidad” que ha pensado esto desde que comenzó la fusión más complicada de la historia empresarial. Porque digo yo que con los problemas que están teniendo y lo mal que lo están haciendo, la única explicación que es esté siendo extremadamente difícil de llevar a cabo.

Los bancos Santander, Central e Hispano se fueron fusionando en su momento, como también lo hicieron los de Bilbao y de Vizcaya, y más adelante éstos con Argentaria, y no recuerdo yo que se hubiesen dado tantos problemas. Lo mismo ha estado sucediendo con el feto del que algún día saldrá en banco Bankia y pronto pasará entre el Popular y el Pastor y no pululan más quejas de lo común.

¿En alguno de estos casos se les cambiaron los números de cuenta a los clientes con nocturnidad y alevosía, sin comunicarlo y sin asegurar que la actividad financiera de éstos no se viese afectada? ¿En alguno de estos casos algún cliente se quedó sin recibir un pago porque le habían cambiado el número de cuenta y el código SWIFT sin avisar? ¿En alguno de estos casos el cliente de toda la vida, al que se le avisaba si le entraba un recibo o había algún descubierto, se convirtió de un día a otro en un apestado al que no se le fía ni un céntimo y del que no se quiere saber nada?

Es posible que con la última pregunta me la esté jugando, aunque sólo sea porque a día de hoy en el banco se aplica a rajatabla el “nadie conoce a nadie”, pero hasta hace muy poco había mucha gente que si no tenía su cuenta en ING al 3% y sin comisiones, y mantenía su dinero en Caixanova (o como se llame hoy y se llamará mañana) al 0,01% y las comisiones que le cobrasen sin saberlo, era precisamente porque “en su caja” le ofrecían un servicio que ninguna amable señorita le podía prestar por teléfono y/o entrando en la “página güé del ordenador de mi hijo”. Había un trato humano, la gente te conocía, podías ir a ingresar, si tenías un problema se esforzaban en solucionártelo incluso por teléfono y aunque estuvieses en China (literalmente).

Pero ahora ya no. Rotan a los empleados sin control, nadie te avisa de nada y para todo el DNI, aunque te conozcan de hace años. Un día le pregunté a un director de sucursal qué valor añadido me ofrecía Caixanova (o lo que sea) frente a ING y me respondió que allí eran más simpáticos. A cuadros me quedé. Eso sí, luego no nos cobró 15 euros por hacer una transferencia (teclear algo así como 30 teclas) que solucionaba parcialmente un problema que ellos habían creado. Bien, bien…

Es curioso, desde mi punto de vista, que todas las quejas que les plantean los clientes (y últimamente son muchas) ellos las solucionen quejándose a la vez de “los de arriba”. Es muy posible que sea así, pero que nadie se olvide que si el cliente se va el dueño del chiringuito lo notará en el bolsillo, pero el empleado también lo acabará notando en su situación laboral.

De todos modos, está también claro que “los de arriba” no están haciendo sus deberes desde hace tiempo. No me meto ya en esos 10 millones que fueron absorbidos por un agujero negro sin que nadie sea responsable, pero ¿cómo es posible que decidas un día que te vas a llamar NovaCaixaGalicia (collejón al ideó el nombre), te gastes una millonada en cambiar todos los carteles, la publicidad, las libretas de los pensionistas, etc etc, y poco después te venga la iluminación y decidas llamarte NovaGalicia, condenando a la obsolescencia todo ese gasto recién hecho? Y lo más increíble: que nadie ha dicho nada.

En resumen, en un momento malo, en el que no hay pesetas, nos ponemos a gastar a dos manos, a tratar a los clientes lo peor que podamos y a putearlos todo lo posible, subimos las comisiones y a eliminanos servicios… ¿Así pretenden retener clientes? Luego ves la publicidad que dice “un nuevo banco con los clientes de toda la vida” y piensas: “sí, sí… ¬¬”

lunes, 26 de diciembre de 2011

La solidaridad de interés

¿Y si ella tiene más sed que tú...?


Odio la solidaridad de interés. Ese aprovechamiento sinvergüenza que hacen algunas empresas, mal aconsejadas por su departamento de marketing, de la solidaridad buscando sin rubor el aumento de las ventas. Son esas campañas en plan "XX donará 5 céntimos a Unicef por cada producto vendido en estas fiestas"; o "un euro del precio de este loquesea se destinará a crear un campo de negritos en el África tropical".

Yo cada vez que veo una de estas campañas lo primero que pienso es: "ya sé qué marca no voy a comprar". ¿Acaso soy el único que se da cuenta que lo que ofrecen es siempre algo mísero? Tú te gastas 2 euros en un producto, de lo que ellos sacarán por lo menos un euro de beneficio, y ellos donan 5 céntimos. ¡Venga hombre! Si realmente te preocupasen los negritos darías más; o lo donarías sin más, sin hacer publicidad de ello.

Creo que todos sabemos que es muy típico el timo de la estampita similar a éste, con lo de los productos ecológicos, responsables, supersónicos o como le quieran llamar; el hecho de que la producción sea “ecológica” supone un gasto de por ejemplo 1 euro más por kilo, pero se aprovecha la circunstancia y la buena conciencia de la gente subiéndole 2 o 3 euros. Pero al menos en ese caso está justificado: si tú estás dispuesto a pagar más por un producto presuntamente más sano o cataplásmico, sólo es cuestión de inteligencia que cobren más por él. Pero hacerlo jugando con la solidaridad de la gente, ya me parece más “behind de musgo”.

Todos sabemos que lo que donan es de poca vergüenza, sin embargo si estas campañas siguen existiendo es porque les salen bien; y eso quiere decir que la gente cae en esa trampa. ¡Pero cómo somos! A veces dudo de que nos quede alguna esperanza...

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Freixenet; si te aprovechas de la crisis, te acaban pillando

De la vuestra no, sin duda
Cuando hace un par de años la empresa Freixenet apareció en los medios diciendo que ese año no crearía su famoso spot navideño, sino que reutilizaría el del año anterior por razones económicas, queriendo dar a entender que se solidarizaban con la situación de tantos españoles que en aquel momento veían peligrar sus ingresos, muchos (entre los que me conté) sospechamos que aquello no sería más que una estratagema para darse publicidad y, encima, sin gastarse un duro en el spot. Una maniobra muy hábil de su departamento de marketing, pero cuanto menos sospechosa.

Sin embargo, la estratagema quedó clara este año 2011. Se les ha visto el plumero y eso para mí es significativo. Estrategias como esa son originales, pero muy arriesgadas, porque se puede meter la gamba, como ha sucedido.

Este año, con más paro que nunca, con una situación económica mucho peor que a comienzos de la crisis, con peores perspectivas cada semana, ahora, Freixenet ha presentado un nuevo anuncio. ¿Por qué? ¿Porque las cosas ya están bien y ya se lo pueden permitir? ¿Y antes no?

Como decía, se les ha visto el plumero y ha quedado patente que en la otra ocasión era lo que yo sospechaba: que no había sido más que una idea para aprovecharse de la situación y conseguir que se hablase de la marca sin, además, tener que gastar en el spot.

Pero resulta que a mí no me gusta que las empresas saquen beneficios aprovechando una situación que está afectando muy seriamente a muchas personas; ¡qué le vamos a hacer! Soy así de rarito. Por eso, solo puedo decir: menudos caraduras...

Aquí os dejo la prueba del delito:
http://www.youtube.com/watch?v=wiVn7UoV-IQ

lunes, 12 de diciembre de 2011

Que bien sienta saber que te han timado, pero con elegancia...

Hace poco leí un artículo sobre las nuevas estrategias de marketing estadounidenses. El artículo era bastante crítico con los aspectos medioambientales de situar los centros comerciales siempre lejos de los núcleos urbanos, para así crear la expectativa en el consumidor sobre eventuales gangas (“si están tan lejos y tan inaccesibles tienen que tener buenos precios”).

Pero una táctica llamó realmente mi atención por su mala uva. Consiste en invitar al consumidor a comparar el precio con otro superior. Es decir, en la etiqueta del precio dirán algo así como “30$, comparar con 45$”. Cualquier persona que crea en la bondad del ser humano y en el país de la piruleta azucarada pensará que eso supone que antes el producto costaba 45$; pero en realidad no es eso lo quiere decir: ellos sólo te han dicho que compares, tus conclusiones son responsabilidad tuya. Así ellos quedan cubiertos y tú empiezas a pensar que el producto es barato (“cuesta 30$, que es menos que 45$”). El producto nunca ha costado 45$, pero tú lo valoras por un precio cercano a esa cifra.

Pues bien, como yo soy un poco del país de la piruleta azucarada, me creí lo del artículo pero seguí confiando en que prácticas de este tipo no se aplicarían realmente más que en lugares muy específicos. Hasta que hoy mi mujer regresó de Nueva York muy orgullosa por la gran compra que había hecho en Victoria’s Secret. Aquí la etiqueta que venía pegada al bolso:
Retail prince: 30$ Comparable value: 43$. Pero qué timo...

Podéis imaginar mi asombro. El cebo había sido puesto y mi mujer había caído en él. Menudos sinvergüenzas… pero ¡con qué elegancia!

sábado, 10 de diciembre de 2011

Brise; oh, si... riete de mi, como a mi gusta...



Hace poco Brise bombardeó el mercado español con unos anuncios en TV en los que unas personas se sorprendían como chimpancés de que un ambientador soltase un chorro de perfume automáticamente cada cierto tiempo. Parecía que la base del producto, y del anuncio, era lo sorprendente de esta nueva tecnología que permite que el ambientador funcione por sí solo.

Tal vez alguien en la filial española también tuviese, como yo, un aparato exactamente igual en su casa cuando era pequeño, hace más de 20 años, y por tanto se arrepintiesen del anuncio, pues me ha sido imposible encontrarlo en internet.

Personalmente me parece muy bien que empresas como ésta (o su matriz) consideren oportuno tratar a sus clientes americanos como chimpancés, vendiéndoles una “tecnología” de tres décadas atrás como una novedad, pero tal vez deberían reconsiderarlo cuando lo intenten en países donde el nivel cultural abarca más allá de la cúspide y la base de la pirámide.

Sin embargo, parece que no aprendieron la lección, y ahora vuelven a la carga con un anuncio obviamente reciclado de un original estadounidense (esos actores blancos tan blancos en esa casa tan high-class…). La gran “novedad” que nos venden ahora es cambiar el envase exterior del ambientador por una especie de probeta de plástico con acabado de falso mineral. Dadme un minuto para que me recupere de tan significativo avance para la humanidad…

Por si alguien no se da cuenta de qué estoy hablando, en este enlace podréis dejar que Brise cambie vuestra concepción de la vida:

Y yo me pregunto: ¿realmente somos tan estúpidos los consumidores? ¿Realmente compramos productos como éstos? Porque si no es así, ¿por qué siguen riéndose de nosotros?

domingo, 17 de julio de 2011

¿Por qué no se persigue el fraude fiscal?

Muchos replicarán: “¿cómo que no se persigue?”. A éstos sólo tengo que remitirlos a los datos oficiales, que hablan de miles de millones defraudados al año. Y se replicará de nuevo: “eso es por algunos sinvergüenzas que...” o “es que los especuladores...”, y yo podría replicar ad infinitum. El caso es que es un hecho nos guste o no: el fraude fiscal existe, es sistémico y no se va a solucionar.

Esto también es un hecho, porque hoy me planteo desvelar uno de los secretos más (voluntariamente) ignorados de este país: no interesa perseguir a los mayores defraudadores. Dicho de otra manera: a Hacienda le interesa más asegurarse que los curritos que cobran un salario no dejen sin pagar ni un céntimo, que perseguir a los que tienen varios millones y dejan algunos cientos de miles de euros en “el limbo”.
La primera razón de por qué esto es así está clara: hay muchos más curritos con salarios fácilmente controlables que millonarios. Hacienda perderá más si se le escapa un euro a cada uno de 25 millones de curritos, que si mil millonarios se “olvidan” de ingresar 20 mil euros cada uno, por ejemplo. Aunque claro, lo ideal sería cobrarlo de todos, pero ¿por qué no es así?

Por otra razón también bastante lógica si se piensa un poco. El que tiene mucho dinero no quiere pagar nada en impuestos (verdad universal), así que contrata a alguien que se sabe las leyes de memoria (estupidez universal, preferir gastar casi lo mismo en un asesor que en impuestos) y se conoce las lagunas (que siempre las hay), para que le diseñe una estructura complejísima que sólo podrá ser destapada si algún inspector de Hacienda pone a varios funcionarios con dedicación exclusiva a cada uno de esos defraudadores. En definitiva haría falta dedicar con exclusividad 4 o 5 funcionarios, a 3 mil euros al mes por cabeza, para poder destapar un fraude de 10 mil euros; no compensa.

En esos casos, ese inspector suele reunirse con el “cliente”, y su equipo de asesores, y le propone un trato: “mira, tú y yo sabemos que nos has hecho metido un agujero que calculamos entre 100 mil y 200 euros, y que si investigamos lo vamos a destapar con intereses y multas; pero tú también sabes que nos costaría mucho y hay muchos agujeros que cubrir; te propongo que pagues  80 mil y lo dejemos ahí”. Tema zanjado; se incluyen unos 70 mil euros de fraude para las estadísticas y a otra cosa.

En países como Suiza si se hace un comentario sobre un posible fraude fiscal la gente se sonroja y posiblemente tienes una visita desagradable al día siguiente, mientras que en España la pregunta está clara: “¿y cómo se hace?” Estará insuflado en nuestros genes o será algo cultural, pero el hecho es que es así, Hacienda lo sabe y no compensa tratar de evitarlo.

Ahora que la gente sigue diciendo que una de las soluciones a la crisis actual sería evitar el fraude fiscal, por pedir que no quede. Desgraciadamente, la realidad es tozuda y hay cosas que seguirán siendo así, por mucho que algunos prefieran vivir en su utopía y hacer propuestas huecas e irrealistas.

La única medida que hasta ahora ha funcionado para evitar el fraude fiscal ha sido bajar suficientemente los impuestos para que no compense contratar a estos asesores, consultores y demás, y muchos millonarios “olvidadizos” prefieran pagar lo que les toca y olvidarse de problemas. Pero claro, vete tú a decir ahora que lo que hay que hacer es bajarles los impuestos a los ricos... (aunque se les bajase a los no tan ricos también).

Hay propuestas que no son populares, pero no siempre “lo popular” ha sido “lo sensato”. Hay que ser realistas y darse cuenta de que siempre ha sido mejor pájaro en mano que ciento volando y de otra cosa muy importante: que siempre han existido, siguen existiendo y existirán siempre los paraísos fiscales. Así que si se nos va la mano exigiendo lo más probable es que nos quedemos sin nada. Estos últimos años se ha hablado mucho de la persecución de los paraísos fiscales; que hay que reducirlos, bla bla bla. Pero si no nos olvidamos que algunos de los principales paraísos fiscales del mundo están en territorio británico (Gibraltar, las islas del Canal de la Mancha, Islas Vírgenes Británicas, Isla de Man, Hong Kong hasta hace unos años…) y estadounidense (Delaware, Islas Vírgenes Americanas, canal de Panamá…) nos damos cuenta enseguida de que todos estos “procesos” no son más que palabrería para el escaparate y una forma de asegurarse que no entren nuevos “socios” en tan restringido club.

Por tanto, tristemente los que menos tenemos siempre vamos a ser los que más presión fiscal soportemos y los más pudientes siempre van a ser tratado con más vehemencia. Pero eso no debe escandalizarnos; no olvidemos que cuanto más se les “quite” a los ricos mediante impuestos bajos, menos nos deberán “quitar” a nosotros para sufragar los gastos estatales. Ejemplos de esto existen desde hace tiempo: en China las personas físicas no pagan impuestos ya que el Estado “vive” de lo cobrado a empresas, y en Suiza los impuestos a las personas físicas son muy bajos por el mismo motivo. ¿Qué han hecho ambos países para lograr esto? Muy fácil: bajar los impuestos a las empresas lo suficiente como para que empresas de otros países decidiesen instalarse allí.

¿Realmente alguien cree que subiendo los impuestos a quien sea (ricos, empresas, pobres…) se va a lograr algún beneficio?

domingo, 3 de julio de 2011

La dación en pago


Empieza a estar en boca de todos el concepto de “dación en pago” para los casos de ejecución hipotecaria. En Estados Unidos está previsto en la ley hipotecaria desde siempre y aquí en España no, y ahora empezamos a querer lo de allá. Sin embargo, éste es un concepto muy peligroso que no se debe tratar a la ligera. Está claro que para el que tiene un embargo encima, de su vivienda habitual además, le da igual lo jurídico, lo económico y lo que sea, con tal de que no resulte que además de quedarse sin casa se quede también con una deuda. Pero esto hay que estudiarlo con un poco más de sensatez para saber de qué estamos hablando.

En Estados Unidos, y supongo que en otros países también, cuando se pide un préstamos hipotecario el banco o “compañía de préstamos hipotecarios” (que allí las había durante la burbuja) te subvencionan la compra de la casa X, al precio que tenga en ese momento. Por tanto, tú estás pidiéndoles que te compren la casa y te la dejen usar mientras les devuelves lo que ellos han invertido en la casa. Por tanto, al modo del “leasing”, la casa no es realmente tuya hasta que no has pagado todo el préstamo, pero te permiten disfrutar de su uso y sus frutos como si fuese tuya. En caso de que no puedas pagarla más adelante, tú simplemente les devuelves la casa (que recordemos que ellos compraron para ti) y a buscar otra cosa. La deuda se acaba con la entrega de las llaves. ¿Cuál es la lógica detrás de este procedimiento? Básicamente la ingenuidad americana en que el ladrillo siempre sube; la compañía cree que no arriesga porque en el peor de los casos (que el “comprador” devuelva la casa) ellos se van a quedar con una casa que ahora vale más y buscarán a otro para “vendérsela” por un precio mayor. Ya sabemos que esta “ingenuidad” llevó a dar “hipotecas” a los Ninja (no income, no job, no assets; sin ingresos, sin trabajo, sin bienes) y eso infló la burbuja que les acabó reventando en las narices.

Por el contrario, el sistema en España era y es el que todos conocemos: tú quieres comprar la casa y vas al banco (aquí no hay chiringuitos, sólo bancos) y le pides que te preste una cantidad de dinero con ese fin y que les dejarás la casa como garantía; ellos se supone que estudian el valor de la casa para verificar que es una garantía suficiente y te conceden el préstamo para que te compres la casa. Es decir: ellos te dan dinero y la casa es tuya, aunque está hipotecada como garantía de ese dinero. Y aquí está el epicentro del problema: que la gente esto no lo entendió bien en su momento; simplemente se fueron a pedir una hipoteca con alegría.

Por supuesto que una parte muy grande de culpa la tienen los bancos que en las verificaciones de las valoraciones se columpiaron dejándose llevar por esa ingenuidad made in America; incluso los hubo abiertamente codiciosos que prestaban hasta el 100% del valor (hinchado ya de entrada) de la vivienda, y, a veces, incluso algo más para papeleos, reformas, unas vacaciones para celebrarlo y un coche nuevo ya que "¿cómo vas a mudarte a una casa nueva y seguir con ese coche que tiene ya más de 3 años, por dios?" Pero que nadie se engañe: a los bancos no les vino nada bien que la burbuja estallase y a ellos no les interesa nada tener un quintal de pisos embargados en sus haberes; son bancos, no inmobiliarias. (Aunque que se zurzan, por cierto)

No obstante, otra parte de culpa bastante grande la tiene también el comprador ingenuo que cree que las cosas valen lo que se pide por ellas. O eres un buitrago especulador que compras pensando en vender al año siguiente con beneficio, o eres muy tonto si crees que un piso en las afueras de Madrid, hecho a toda prisa en menos de 6 meses, con paredes de papel de fumar, vistas a solares vacíos y unas calidades de vergüenza puede valer 50 kilos. A ti te los piden y tú los pagas porque el banco traga, pero ese piso no los vale, y tú deberías saberlo. Lo primero que debería hacer un comprador es estudiar con sensatez lo que vale realmente el piso que quiere comprar y no pedir al banco más que eso. ¿No te llega el dinero? Pues a otra cosa; tal vez el alquiler no sea tan mala idea si lo practican en toda Europa.

El problema llega cuando la burbuja estalla, nos echamos las manos a la cabeza, el presidente también lo hace y nos quedamos con el culo al aire (incluido miZter PreZident). Las deudas aprietan y a veces el banco te viene a por el piso. Pero ¡sorpresa!; el piso ha bajado de valor y aunque se lo lleven resulta que aún le debes dinero al banco. Entonces es cuando nos ponemos a leer las leyes y las letras pequeñas, no antes de firmar, y descubrimos que es así. Alguna razón tenía que haber para que en USA los bancos desapareciesen como flores de azahar y aquí siguiesen todos en pie.  Tú pediste un dinero, así que debes un dinero; ¿el piso ya no vale ese dinero? Tal vez no hiciste bien los cálculos; o no hiciste ningún cálculo.

Ahora toca exigir la dación en pago, ya que has oído por ahí que los americanos lo hacen y te parece lo más lógico ya que tú te has pulido todo el dinero en el piso y no tienes otra cosa. No me parece justo. Si le prestas 50 euros a un amigo, tú quieres los 50 euros (e intereses si eres banquero); no te vale que te dé una camiseta que compró por 50 euros y que dice que sigue valiendo 50 euros. Aunque claro, ¿quién habla de Justicia, no?

Con todo, parece que los vicarios de la insensatez jurídica parece que empiezan a tener a algunos jueces de su parte. Enhorabuena para ellos. Los agujeros en los bancos crecerán y así aprenderán la lección y ya no darán más hipotecas, pues parece que lo que se firma ya no significa lo que significa, sino lo que interesa en cada momento. Porque si no hubiese estallado la burbuja y a día de hoy fuese el banco a decirle al comprador “oye, que veo que las cosas no te van muy bien, me quedo con la casa y ya no me debes nada”, ¿qué respondería ese minúsculo especulador? ¿No creéis que diría algo así como “de eso nada, que ahora este piso vale más, que se ha revalorizado; aún el mes pasado el vecino lo vendió por X+Y”?