viernes, 2 de marzo de 2012

El estilo japonés

Alguno se dejaría timar

Es muy posible que algunos (bastantes) de vosotros hayáis sufrido algún pufo últimamente. Sobre todo últimamente.

Dedicándolo a esos pobres incautos, quería compartir mi experiencia personal por si os puede servir de algo.

Tal vez os ha ocurrido que el/la pufer@ (puferA siempre en mi caso, espero que por casualidad) nunca os niega la deuda cada vez que se le reclama, os da toda la razón del mundo siempre y muy empáticamente os promete que claro que va a pagar, pero os pide con toda la educación del mundo que le deis de plazo hasta X. Además, siempre os coge el teléfono si llamáis y hace todo lo posible porque confiéis en su palabra; en mi caso, hasta jurar por la tumba de su madre recientemente fallecida y en cuyo funeral estaba en primera fila llorando como una magdalena.

Pues bien, el otro día estaba hojeando un libro sobre cobro de morosos y di por casualidad con el tema de "clases de morosos". Me sorprendió encontrar un caso que resumía perfectamente lo descrito; se diría que había estado omniscientemente vigilando mis movimientos durante esos dos penosos episodios de mi vida. Pues bien, éste se conoce como el estilo japonés; la finalidad del pufero en este caso es simplemente ganar tiempo. Las buenas palabras y los buenos modos son una forma de darle pomada a tu lado más bonachón e ignorante y pensar "me va a pagar porque si no habría desaparecido ya, y empezar ahora con denuncias y todo eso es un coñazo..."

Yo siempre creí que tan poca vergüenza encajaba más bien con la picaresca patria, pero se ve que la maldad se concentra mejor en cuerpos escuálidos y diminutos con mirada de eterna sospecha.
En conclusión, cuidado con los morosos y oídos sordos a las buenas palabras. A la primera señal de pufo en el horizonte adelante con el procedimiento de reclamación, se elija el que se elija; si pagan, ya habrá tiempo después de echarse a atrás. Si seguís dándole tiempo, acabaréis escribiendo un artículo sobre morosos contando vuestra lastimosa historia de bolsillos vacíos en el lado equivocado.

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