martes, 28 de junio de 2011

¿Y os indignáis ahora?



A día de hoy es difícil empezar un blog como éste sin hablar de la situación actual y, concretando más, del movimiento que ha sido su consecuencia natural: el 15-M.

De entrada, tengo que reconocer que estoy de acuerdo en líneas generales con lo que el movimiento representa, lo que quieren conseguir, sus motivaciones y sus pretensiones apolíticas. Sin embargo, no me parece que sus métodos tengan la base suficiente para conseguir lo que buscan y creo que deben adaptarse un poco más a la situación actual para poder alcanzar el éxito, que será un éxito para la sociedad en su conjunto. Para no soltar cabos sueltos, diré que me refiero a que estoy de acuerdo en que el sistema político actual no funciona y tiene muchos defectos y en que el movimiento no quiera posicionarse ni como “izquierda” ni (mucho menos) como “derecha”, pero a no ser que se constituyan en movimiento político y accedan a las entrañas del sistema del modo establecido (a día de hoy, mediante elecciones) jamás conseguirán cambiarlo, pues el sistema mismo ya está constituido de forma que sólo se pueda cambiar o violentamente o desde dentro.

Con todo, hay una cosa en la que no estoy para nada de acuerdo con este movimiento, ni con los que lo promueven y defienden, y es el momento en el que ha surgido. Quiero decir, la cosa está realmente muy mal y había que hacer algo, eso es cierto, pero esto ya se veía venir desde hace mucho; pero mucho.

Yo terminé la carrera en el 2004 y ¿qué conseguí con ello? Acceder a una gran masa de jóvenes que veíamos cómo éramos uno más en el extenso club de los licenciados, y habiendo tantos las empresas lo más que te ofrecían eran “prácticas”; es decir, salario cero, no hay contrato y a los 3 meses ya sabes que vuelves a estar en blanco. Y ¿por qué era eso así? Porque sobrábamos y porque el nivel académico había estado bajando durante más de 20 años. El PSOE y después el PP habían conseguido desde 1982 que en cada ciudad de provincia hubiese una universidad o facultad, que el nivel de exigencia fuese bajando para que todo el mundo pudiese conseguir ese papelito que dice “Su Majestad el Rey etc etc” (y si el nivel no ha bajado ¿cómo es posible que ahora al terminar tu carrera en las empresas te exijan prácticas o experiencia? Antes eso no sucedía) y que llegásemos al punto en que tener el graduado escolar y ser licenciado tuviese el mismo valor económico y profesional. En ese momento yo me indigné.

En el 2005 mis padres me alquilaron un piso en Madrid para que yo pudiese hacer mis “prácticas”, ya que yo jamás habría podido pagármelo con mi salario de cero euros. Recuerdo cómo les dolía a mis padres “tirar” ese dinero en un alquiler en vez de “invertirlo” en comprar un pisito por la zona, así que un día me fijé en que el edificio de enfrente estaba siendo restaurado y tenían los pisos en venta. El edificio era todavía una carcasa y aún no había nada construido, así que mi lógica me decía que los pisos debían estar baratos, pues todavía lo único que se vendía eran expectativas de futuro, y eso económicamente tiene un valor cercano a cero. Pues bien, la señorita que me atendió por teléfono me indicó que lo único que quedaba sin vender (¡!) eran dos áticos interiores de una habitación por ¡89 millones de pesetas! (534.000 euros). En ese momento yo me indigné aún más. Llamé a mis padres y les dije que se olvidaran de comprar algo, porque eso no se podía sostener; eso era una burbuja que iba a reventar por algún lado y lo haría pronto. Era 2005 y sólo me equivoqué con lo de “pronto”, por desgracia para muchos.

En el 2007 estuve trabajando durante el verano para un HedgeFund en Suiza, en una zona donde proliferan estas empresas, ya que los impuestos son especialmente bajos (a mí me quitaban un 3% de mi salario para impuestos y jubilación). Un día a finales del verano al llegar al trabajo encontré a todo el mundo muy alborotado; los traders, que eran dos tíos pegados a ordenadores de 4 pantallas cada uno durante horas, ni siquiera estaban sentados al ordenador. Al preguntar qué sucedía me enteré de que varios bancos americanos habían reventado y que un tsunami financiero estaba engullendo todo lo que pillaba a su paso; la crisis llegaba. Los mercados daban bandazos y era una locura meterse, por eso los traders no estaban trabajando. Finalmente, a los pocos días el tsunami llegó y arrastró a todo el mercado suizo, colocando a la empresa donde yo trabajaba en situación de quiebra técnica; un fondo que no había tenido pérdidas ni un solo mes durante los últimos 10 años, y que de pronto perdió un 75% en dos días. El trabajo se volvió más interesante las próximas semanas, con visitas de clientes furiosos, noticias que rulaban por las oficinas de cómo el dueño del fondo había sido visto en Brasil, o de cómo un socio suyo había sido tiroteado en Colombia y con unos traders que de pronto no eran cyborgs pegados a un ordenador sino personas muy simpáticas con las que charlar.

Finalmente el verano terminó y con el mi trabajo de verano y regresé a España. A los pocos meses, en marzo de 2008 hubo elecciones en España. En los cara a cara entre candidatos quedaba una cosa patente: el PP presentaba el “que viene la crisis”, “hay que apretarse el cinturón que si no esto nos revienta en las narices”, el realismo ante la situación que se veía venir; mientras que el PSOE presentaba el mundo de la piruleta, la “champions league” de la economía, el “la crisis no va a llegar a España”, “podemos seguir viviendo a todo trapo porque ya me encargo yo de despilfarrar dinero público a mansalva”. ¿Quién ganó las elecciones? Si es que cada país se merece el presidente que tiene… En ese momento yo también me indigné por la poca cultura política, económica y democrática que hay en España. ¿Cómo es posible que si dices una verdad como “Zapatero es un inútil” te respondan “Anda que el otro lo iba a hacer mejor”? Pero vamos a ver, señores: que el contrincante sea mejor o peor no quita ni pone a que el Z sea un inútil y uno de los auténticos problemas del país. ¿Quiénes votaron a ese inútil tras 4 años de inutilidad comprobada conseguidos con una victoria que cogió al mismo partido con el pie cambiado? Esos millones de españoles a mí también me indignan.

Así que ¿a qué viene este movimiento de indignación ahora? ¿A qué viene protestar ahora por la hipoteca “te ahoga”? Antes de pedir una hipoteca haz números, sé realista y piensa que con una hipoteca te atas por 30 años (o más), pero con un alquiler a lo sumo 1 o 2. Porque claro, la gente pensaba: ¿por qué voy a tirar el dinero en un alquiler si lo puedo invertir en comprar un piso? Pues bien: ¿qué tal está yendo esa inversión especulativa? ¿Acaso alguien pensaba que los precios iban a subir eternamente? ¿Era yo el único que se indignaba con el mercado inmobiliario en el 2005? Y lo que es peor: ¿si hubiese salido bien y tuviésemos hoy 30 millones de “inversores inmobiliarios”, habría 15M? Claro que no; simplemente, los indignados seguiríamos viendo con envidia cómo esos pequeños especuladores inmobiliarios vivían en sus pisitos conseguidos a base de autoengañarse con su auténtica capacidad económica.

Me vuelvo a preguntar: si la cosa hubiese seguido como en el 2005, pisos por las nubes, hipotecas a 45 años con un contrato temporal de 800 euros, si sólo los que no tenían estudios podían encontrar trabajo, si las únicas preocupaciones sociales fuesen la capa de ozono (tema olvidado ya) y la gripe de los pepinos; si todos siguiésemos viviendo en el mundo de la piruleta, ¿sería yo todavía el único indignado?

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