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Funcionario a pleno rendimiento |
Vigo es una ciudad de mar. Su puerto está en una situación
privilegiada que, aunque todavía no es aprovechada totalmente, la ha colocado
en el mapa. Los intercambios con el extranjero son tónica común; tal vez no con
la intensidad que cabría esperar, pero abundantes. De hecho, empresas como
Citroen han decidido implantarse aquí. Consecuentemente, en la universidad de
Vigo hay una facultad de traducción e interpretación. No voy a meterme con la
calidad de la enseñanza ni la preparación que puedan recibir los alumnos en esa
escuela, pero lo que es un hecho es que cada año se licencian numerosos jóvenes
que algún día querrán ser traductores. Es una función que es necesaria, muy
interesante y muy mal pagada, pero que existe.
Resalto que “existe” por un suceso curioso del que fue
protagonista la mañana pasada en Hacienda. Iba a dar de alta la agencia de
traducción de la que soy administrador y de cuyos servicios muy pronto podréis
disfrutar en el censo de la Agencia Tributaria en Vigo, al lado de los
Juzgados, cuando se dio el siguiente intercambio entre la funcionaria y yo:
- Pero,
¿esto qué es? ¿”Agencia de traducción”?
- Sí,
una agencia de traducción…
- Pero,
¿es una empresa o qué es?
- Sí,
una empresa; quería darla de alta y…
- Pero
sólo se pueden dar de alta negocios que existan. Esto de “agencia de
traducción”… Yo es que eso no lo he escuchado en mi vida… Pero, ¿qué hace esto?
- Pues…
traducir cosas, como documentos, o... no sé…
- Pero
vamos a ver; entonces traducís vosotros, ¿no? Pero es una empresa, entonces…
Pero, a ver, no lo entiendo, entonces ¿traducís o no traducís?
- A
ver; los clientes no envían un texto, nosotros buscamos un traductor adecuado,
nos lo traduce y se lo devolvemos al cliente traducido. Una agencia de
traducción, vamos.
- Pues
no sé… Voy a ver en el listado de actividades del IAE. Pero yo ya te digo que
esto nunca lo había visto en mi vida y no creo que te lo vayan a aceptar.
Abre su libro lleno de colorines y dibujitos, pasa hojas,
pasa hojas…
- ¡Ah!
Mira, sí; aparece “servicios de traducción”. Supongo que será esto, ¿no?
- Digo
yo…
Una funcionaria de entre 40 y bastantes y 50 y pocos no
sabía ni lo que era una agencia de traducción… Interesante… ¿Es así como España
va a solucionar sus problemas abriéndose al exterior? ¿Con funcionarios
incompetentes que no se preocupan ni de informarse sobre el mundo en el que
viven?
Pongámosle color ahora a la situación. Eran las 2 pasadas;
ya le estaba debiendo a la mujer unos minutos de su “tan merecido” descanso de
19 horas hasta que picase al día siguiente, y estaba atendiendo con resquemores
y con una compañera al lado con cara de punto externo del recto que, sin dejar
de mirar su móvil plateado, decía como para nadie y para todos “ya te lo dije…
ya te lo dije…”, queriendo decirle que no debía habernos atendido.
Al final la cosa quedó en que volviésemos el martes (ayer
era miércoles) porque es cuando regresa su compañera que es la que sabe “de
esos temas raros”. No fue una invitación, sino una imposición, pues acto
seguido se volvió a su mesa para seguir larequeando con la simpática del móvil.
Yo de esta historia me quedo con lo siguiente. En Vigo
tenemos funcionarios que en cuanto da la hora cierran por defunción. Que no se
enteran de nada. Que no les importa no enterarse de nada. Cuya misión en la
vida es estar ahí haciendo lo mínimo posible hasta jubilarse y entonces seguir
chupando del bote. Gente que seguramente sus conocimientos generales y de
informática pueden ser superados por un niño de 12 años algo despabilado. Que
se sienten con razón en no querer atender a nadie fuera de hora. Que no te
ayudan en tu engorroso papeleo. Que están trabajando “obligados”…
Y digo yo: ¿y por qué lo permitimos? ¿No sería mejor echar a
todos estos parásitos y meter a gente joven, con cabeciña e ilusión, a hacer ese
trabajo? Creo que sería una buena forma de agilizar la Administración Pública,
de contrarrestar el paro juvenil y de dar un buen servicio al ciudadano, que
sigue siendo el cliente y no un súbdito, no lo olvidemos.
Alguno dirá, “pero con las pensiones que habría que
pagarles…”. Yo contesto, “¿qué pensiones?”. ¿Alguien me está diciendo que con
un sueldo de alrededor de 2000 euros por trabajar media jornada no se ahorra
para una jubilación? Pues mala suerte, amigo.
Es que muchas veces tenemos lo que nos merecemos…
Al hilo de este artículo, hace un par de días, una funcionaria del mismo centro le contestaba a una persona que le había preguntado si las facturas llevan IVA (también vaya pregunta): "eso yo no lo sé; eso tiene que saberlo usted;¿por qué voy a saber yo eso?"
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